📕 Historias que los Testigos NO quieren que escuches | Ex TJ cuentan su verdad 2z6670

¿Cómo estás, amigo? Tengo una super historia que estuve recordando de una vez, bueno, en una de las congregaciones donde yo me reunía, ahí había un anciano coordinador, ya era un hermano así de muchos años y según en la verdad y bueno, etcétera, y de esa gente que todo el mundo como que la respeta porque no, es el anciano que más sabe y no sé, así fue el tema y llegamos, hicieron un paseo en la congregación, un viaje, nos montamos todos en un bus así y llegamos a un sitio que es una cabañita, muy chévere, se corta un poco. ¿Tiene buena cobertura? Sí, sí, sí, el internet es de mi hogar.

Te lo oigo un poco entrecortado. A ver, me ubico mejor y tal vez cambio de red. Mientras que te colocas, Díaz Rodríguez, gracias por esas diez membresidas, gracias, gracias. Diez minutillos más, mientras Gabriel se coloca en una buena posición, vamos a añadirlo manualmente. Gabriel, ¿me escuchas? ¿Cómo va la cosa? Sí, te escucho perfecto. ¿Tú a mí? Yo de momento bien, pero había un momento que te perdí un poco.

Venga, vamos a intentarlo. Listo, entonces bueno, llegamos, fuimos todos al paseo, ¿sí? Y pues lo que normalmente ocurre es que, pues como son paseos mixtos, mujeres a un lado y hombres al otro, ¿sí o no? Entonces unos como que dormíamos a un lado y las chicas en otra cabaña como aparte, ¿sí? Para evitar, y los casados en otro lugar, ¿no? Era una cabaña muy grande, bueno, era una finca grande. Bueno, así ocurrió.

Al final del día, pues yo estaba durmiendo en un momento determinado y de repente sentí un tocamiento. Me empecé a despertar así como de momento y sentí un tocamiento. ¿Un tocamiento? Sí, pero era de un hermano. Me estaba tocando, me estaba tocando las piernas el marica ese. Calcúlate. Entonces, claro, yo como que, yo como que, y me despierto y ¿qué? Me despierto y el tipo como que, como que se hizo, o sea, se hizo como el dormido y se corrió así.

Yo creo que no lo contaste una vez, ¿no? ¿Yo? Sí, no, no creo que haya sido yo. Ah, no, pues entonces es que había una experiencia súper súper parecida, tío. ¿Así? Sí, sí, vamos, es que vamos, sí, sí, pero bueno, termínala, termínala, por favor.

Bueno, el cuento es el siguiente. El anciano, voy a dar detalles para que no crean que es mentira, el anciano se llama, bueno, no sé si todavía esté vivo, se llama Horacio Caicedo. Estaba aquí en una congregación en Bogotá y entonces, claro, yo le tenía mucha confianza porque pues él le dio estudio a mi abuelo, a mi mamá.

Entonces, como que yo en ese momento, como que el man se hizo el huevón y nadie más habló de eso y yo dije, ok, bien, pero yo me quedé como con esa vuelta de aquí, ¿qué pasó? Y yo, bueno, fui a hablar con el hombre y pues bueno, resulta que al hombre sí lo llamaron, bueno, ¿qué había pasado? Y el man haciéndose el huevón, ¿sí? Porque lo primero que hicieron fue confrontarnos para ver si era que yo le estaba hablando mierda, ¿no? Que era mentira lo que yo estaba diciendo, ¿sí? Entonces nos llamaron a la sala B, nos confrontaron y yo pues lo miré a los ojos y le dije, usted me tocó, tal, no sé qué.

Bueno, resulta que el tipo, yo no sabía nada, ¿sí? Pero resulta que el tipo había sido homosexual, o sea, antes de ser testigo, el man era gay, ¿sí? Entonces, y él tenía su esposa, sus dos hijas, pero el man en ese paseo le dio, como que se le voltearon las chupas, yo no sé, se le fue la olla, como dices tú, y hizo la vaina. El punto fue que el hombre, según, pues yo esperaba que después de que había habido eso, pues que por lo menos el tipo como que, no sé, que hicieran algo, ¿no? Como que hubiera una expulsión o algo, no sé qué. Pero pues no,