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Locución: Manuel López Castilleja Fondo musical:...
Locución: Manuel López Castilleja
Fondo musical: Colin_Newcomer_Through_Beauty_and_Sorrow_We_Live
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Existe un país en donde la gente casi no habla; es el país de la gran fábrica de las palabras. En ese extraño país hay que comprar y tragar las palabras para poder pronunciarlas. La gran fábrica de las palabras trabaja día y noche. Las palabras que salen de sus máquinas son tan variadas como el lenguaje mismo.
Hay palabras que valen más que otras; la gente no las pronuncia a menudo, a no ser que sean ricos. En el país de la gran fábrica hablar cuesta caro.
Los que no tienen dinero a veces hurgan en la basura, pero las palabras que se tiran no suelen ser muy interesantes. Hay un montón de tonterías y disparates.
En primavera las palabras se pueden comprar en las promociones, se pueden conseguir un montón de palabras baratas, pero a menudo estas palabras no sirven para gran cosa. ¿Qué hacer con ventrílocuo o filodendros?
A veces se encuentran algunas palabras en el aire. En esos días los niños se precipitan con sus cazamariposas para atraparlas; ellos se sienten orgullosos de poder decir algunas palabras a sus padres por la noche durante la cena. Hoy Tomás ha atrapado tres palabras con su cazamariposas. No las pronunciará esta noche porque quiere guardarlas para alguien muy especial. Mañana es el cumpleaños de Alma; Tomás está enamorado.
¡Cómo le hubiera gustado poder decirle te quiero! Pero no tiene suficiente dinero en su alcancía. Así que le regalará las palabras que ha encontrado: cereza, polvo, silla.
Alma vive en la casa de al lado; Tomás llama a su puerta. No dice “hola, ¿cómo estás?” porque no tiene las palabras en reserva. En cambio, sonríe. Alma lleva un vestido color rojo cereza. Ella también sonríe. Detrás de ella, Tomás ve a Juan. Juan es su gran enemigo. Sus padres son muy ricos, pero no es por esto por lo que Tomás lo detesta. Juan sonríe; él habla a Alma: te amo con todo mi corazón, mi Alma. Más adelante, yo lo sé, nos casaremos. Eso debe costar una fortuna, piensa Tomás.
Alma todavía sonríe, pero Tomás no sabe a quién. Los ojos de Juan están llenos de confianza. Las palabras son tan simples, piensa Tomás. Respira profundamente y solo piensa en todo el amor que guarda en su corazón. Luego pronuncia las palabras atrapadas por su cazamariposas. Las palabras vuelan hacia Alma. Son como piedras preciosas: cereza, polvo, silla. Alma deja de sonreír. Ella lo mira; parece como si no tuviera guardada ninguna palabra para decir. Se le acerca suavemente y posa un tierno beso en la mejilla de Tomás. A Tomás solo le queda una palabra. La encontró hace mucho tiempo en un contenedor de basuras en medio de cientos de tonterías y disparates. Le tiene mucho cariño a esta palabra. La guardó para cuando llegara un gran día. Y ese gran día ha llegado. Mirando a los ojos de Alma le dice: más…