🧬 Ep. 16 🍩 Donuts peligrosos, caca útil y microbios que te dominan 2k416

Muy buenas a todos y bienvenidos al episodio 16 de la Ciencia de Yaun Podcast, yo soy Amador y yo soy Leire. Hola Amador. Hola Leire. Y saludos a todas las mentes curiosas que han decidido usar parte de su valioso tiempo en aprender algo nuevo. O, al menos, en no seguir comiendo donuts como si fueran ensalada.

Porque sí, arrancamos fuerte. Un nuevo estudio contundente demuestra que la comida ultraprocesada está arruinando tu salud. Ya no es una sospecha, ni una recomendación vaga, es ciencia dura y clara. Así que si estás escuchando esto con un bollo en la mano, bueno, piénsalo dos veces. Te quedaste sin desayuno, Amador.

Ya. Pero no todo es mala noticia. La segunda historia de hoy es maravillosa, la ingeniería del estiércol. Sí, sí, de la caca de vaca a los supermateriales. ¿Quién iba a decir que algo que huele tan mal podía tener tanto potencial? Eso sí que es economía circular.

Pues vaya. No sigas, Amador. No hagas un chiste malo. ¿Y un chiste de mierda? Contrólate, Amador, por favor. Y como siempre en nuestra sección Curiosidades del Mundo, María nos trae un dato alucinante. Propuesto por un oyente del canal, por cierto. En tu cuerpo hay más bacterias que células humanas. Qué interesante. Así que si alguna vez te has sentido invadido, tenías razón. Eres básicamente un saco ambulante de microbios con sentimientos.

Y por si eso no fuera suficiente, en nuestra sección Aprendamos de nuestros errores, Julio nos recuerda uno de los grandes patinazos de la genética moderna, el llamado ADN basura.

Décadas creyendo que no servía para nada, hasta que descubrimos que sí tenía funciones esenciales. O sea, subestimamos el 98% de nuestro código genético. Bien jugado, ciencia.

Y ahí está la lección del día. La ciencia no es infalible, pero tiene algo que ninguna creencia o superstición tiene. La humildad de cambiar de opinión cuando aparecen nuevos datos. Porque mientras otros te venden certezas eternas, la ciencia te ofrece dudas razonables y respuestas mejoradas. Y eso, amigos, es evolución mental.

Así que si quieres descubrir por qué deberías dejar los donuts, cómo convertir estiércol en tecnología de punta y por qué tú eres más bacteria que humano, este episodio es para ti. ¿Para mí? Incluso para ti. Pues empezamos. Vale, Leire, pregunta rápida. ¿Cuál fue la última comida que te comiste por impulso, de esas que no quieres itir? Me da vergüenza. ¿Por qué? Porque me siento culpable.

Fue un donut relleno de caramelo salado. Ajá. ¿Por qué lo preguntas con voz de fiscal? Porque, amiga mía, tengo malas noticias. Ya me parecía… Según un nuevo estudio, ese donut no solo te traicionó con azúcar, sino que probablemente también está inflamando silenciosamente tus entrañas. Qué romántico comienzo. ¿Inflamación silenciosa, dices? Sí. Un estudio brutal de la Universidad de McMaster con más de 6.000 adultos canadienses ha dejado algo claro. Los ultraprocesados nos están reventando el cuerpo por dentro, incluso si estás delgado y haces ejercicio.

Ostras. ¿Me estás diciendo que ni la bici, ni el yoga, ni mi estrés constante me salvan del donut? Asimismo. Descubrieron niveles elevados de proteína C reactiva y glóbulos blancos en quienes consumen más ultraprocesados. Es como si tu cuerpo dijera, alerta, estamos siendo invadidos por galletas de mentira. Y para quien aún no sepa qué son los ultraprocesados, no estamos hablando de las lentejas de la abuela en Tupere. No, no. Estamos hablando de patatas de bolsa, refrescos, galletas industriales, cereales de colores, nuggets que parecen de pollo pero podrían ser parte de una esponja.

También conocidos como el pasillo favorito del supermercado. Exacto. Y el dato fuerte, la mayoría de la gente consume más de tres porciones de estos productos al día, y algunos, hasta seis. Lo peor es que, aunque tengas un índice de masa corporal perfecto y corras maratones, estos alimentos siguen causando una respuesta inflamatoria constante. El cuerpo los trata como si fueran virus en envoltorio brillante. Lo explicó muy bien la doctora Christopher Wu, autora del estudio. Tu cuerpo no reconoce esos ingredientes como comida real. Porque claro,